La primera expresión del graffiti fue la del tag en los años 60 en Nueva York. La idea, en aquellos primeros años del graffiti, era la de realizar la mayor cantidad de firmas posibles, la de identificarse en las calles marcando por todas partes su tag. Con el tiempo las cosas fueron cambiando. Primero se generaron corrientes barriales, diseños propios de letra, donde se destacaron los graffitis. Luego de las primeras variantes del graffiti, de las nuevas formas de letra, comenzaron a elaborar nuevos bocetos de graffiti, nuevos diseños, de mayor calidad y complejidad. La idea ya no era representar su zona, sino identificarse de forma personal. En los años setenta y primeros de los ochenta, es cuando se da el gran salto en la historia del graffiti y en nuestro medio boliviano. El arte urbano se plasma como evidencia de nuestra cultura popular.
Aquí enlazamos todas estas expresiones a través de diferentes actividades donde se vive, se siente y se construye el arte joven contestatario y vanguardista de liberación en la calle.
Aquí enlazamos todas estas expresiones a través de diferentes actividades donde se vive, se siente y se construye el arte joven contestatario y vanguardista de liberación en la calle.
Alrededor de 50 grafiteros nacionales están reunidos en Santa Cruz en ArteSano, el Primer Festival Nacional del Grafiti. En un cubo de carbón instalado en la Manzana Uno, tres artistas callejeros empezaron a trazar sus obras.
Diego Torrico, de 24 años, estudiante del quinto año de medicina en la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (Uagrm), explicó que le gusta utilizar pintura sintética, latex y en espray. “Hago grafiti porque es una forma de que las calles muestren color y vida”.
“Nuestro mayor obstáculo es la falta de apoyo y la desorientación que tiene la población porque piensa que el grafiti está relacionado con los pandilleros y maleantes”, añadió Torrico.
Cada artista tiene su propio estilo y discurso. Algunos solicitan permiso y otros lo hacen de forma ‘clandestina’. Daniel Chamo Erbas, de 19 años, estudiante de Ingeniería Comercial en la Uagrm, es uno de los que piden permiso. “Aún así, la Policía me molesta y me quiere quitar las latas, como la vez en que tuvo que salir el dueño de casa a defenderme y a decirles a los oficiales que podía hacer lo que le dé la gana con su pared”. El cruceño Daniel Romero, de 21 años, estudiante de diseño gráfico en el Tecnológico de Monterrey (México), llegó para participar del evento. “Estuve varias noches en ‘cana’ (comisaría). En un principio mi familia lo tomaba mal, pero ahora lo acepta porque se ha dado cuenta de que es un arte y una forma de expresión”, explicó.
Diego Torrico, de 24 años, estudiante del quinto año de medicina en la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (Uagrm), explicó que le gusta utilizar pintura sintética, latex y en espray. “Hago grafiti porque es una forma de que las calles muestren color y vida”.
“Nuestro mayor obstáculo es la falta de apoyo y la desorientación que tiene la población porque piensa que el grafiti está relacionado con los pandilleros y maleantes”, añadió Torrico.
Cada artista tiene su propio estilo y discurso. Algunos solicitan permiso y otros lo hacen de forma ‘clandestina’. Daniel Chamo Erbas, de 19 años, estudiante de Ingeniería Comercial en la Uagrm, es uno de los que piden permiso. “Aún así, la Policía me molesta y me quiere quitar las latas, como la vez en que tuvo que salir el dueño de casa a defenderme y a decirles a los oficiales que podía hacer lo que le dé la gana con su pared”. El cruceño Daniel Romero, de 21 años, estudiante de diseño gráfico en el Tecnológico de Monterrey (México), llegó para participar del evento. “Estuve varias noches en ‘cana’ (comisaría). En un principio mi familia lo tomaba mal, pero ahora lo acepta porque se ha dado cuenta de que es un arte y una forma de expresión”, explicó.